Empecé estos escritos en tiempos de pandemia hablando del duelo, luego he seguido con otros temas que me iban surgiendo durante el confinamiento como temas claros, como figuras nítidas que diríamos en Terapia Gestalt. A veces he hecho referencia a la sociedad, al baile de las emociones que las distintas y controvertidas normas que los científicos, el gobierno y los periodistas de los distintos medios de información iban diciéndonos, corrigiendo y volviendo a decir manteniéndonos en un constante estado de incertidumbre, duda y miedo.
¡En estos momentos nos está tocando vivir un tiempo difícil! Una pandemia debida a un coronavirus, el encierro prolongado en casa -solo o acompañado-, una situación laboral inestable, y un largo etc. que ponen de manifiesto la incertidumbre de nuestra vida presente y de nuestro futuro.
Todos estamos viviendo una especie de mini-duelo. Puede que no haya muerto ningún ser querido en estos días, entonces ¿Por qué lo llamo mini-duelo? Ni más ni menos porque en esta situación de cambio radical de costumbres estamos viviendo una pérdida real aunque no sea de la vida: hemos perdido nuestro mundo cotidiano.
Desde todas las perspectivas psicológicas y psicoterapéuticas a lo largo de la historia de la Humanidad se ha considerado el desequilibrio como un indicador de patología, y por lo tanto algo que hay que tratar de evitar a toda costa.
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