Autora Carmen Vázquez Bandín

Desde todas las perspectivas psicológicas y psicoterapéuticas a lo largo de la historia de la Humanidad se ha considerado el desequilibrio como un indicador de patología, y por lo tanto algo que hay que tratar de evitar a toda costa.

Se cuenta que en las épocas clásicas de los grandes emperadores chinos, el médico personal del emperador tenía la tarea demantenerle siempre sano. En el momento que el emperador daba muestras del más ligero desequilibrio, el médico ¡era condenado a muerte!

La Terapia Gestalt, una vez más, tiene en cuenta los criterios estéticos de la Vida y encuentra que los desequilibrios son necesariosno solamente para estar sanos, sino para estar vivos. Estamos vivos y crecemos gracias a los desequilibrios.

La autorregulación organísmica es el mecanismo por el cual el organismo humano se regula a sí mismo en su relación con el entorno. Y es a través de los déficits como descubre sus necesidades.

Como todos sabemos, la Terapia Gestalt considera al ser humano desde una perspectiva holística, esto es, como un todo inseparable: cuerpo, mente, emociones son aspectos o niveles, deuna misma totalidad.

De acuerdo a la Terapia Gestalt, podemos considerar al ser humano como una realidad que, para mantenerse vivo, evoluciona constantemente en el tiempo, y esta evolución la hace a través de intercambios constantes con su entorno. Y la Terapia Gestalt también puntualiza que no existe ningún ser vivo, y por lo tanto el ser humano, que pueda vivir aislado del entorno, sino que lo necesitaen todos sus niveles de consciencia: físico, mental, emocional,espiritual.

Según esto, podríamos hacernos dos preguntas: ¿para qué hace intercambios con el entorno?; la segunda ¿qué obtiene de esosintercambios?

Como contestación a la primera pregunta podríamos decir que, a través de los intercambios con el entorno, el ser humano consigue satisfacer sus necesidades, y por lo tanto sentirse satisfecho a corto plazo, y a largo plazo sentirse y seguir vivo. ¿Cuál es, entonces, el papel del desequilibrio? Ni más ni menos que el «indicador», sano y adecuado, de una necesidad, de una descompensación.

Estas descompensaciones pueden tener dos direcciones: algo que está en el entorno y necesita el ser humano, en alguno de sus niveles, a lo que llamamos carencia, o algo que está en el ser humano y necesitamos pasar al entorno. A esto último lo podríamos llamar exceso. Sea como sea, estas descompensaciones las vamos a sentir como desequilibrios y nuestra regulación organísmica (entendiendo que abarca la totalidad del ser humano) nos vaa «forzar» a buscar el modo de equilibrarnos.

Como a los humanos nos gusta complicarnos la vida con reflexiones que dividen y fragmentan la totalidad de nuestro ser, según se dé el desequilibrio, en un nivel u otro de nuestra totalidad, lo llamamos y reaccionamos a él de un modo diferente. El modo de nombrar al desequilibrio y nuestra reacción ante él están mediatizados por nuestros valores sociales y por nuestras explicaciones culturales sobre la naturaleza humana.

Vamos a ver algún ejemplo, en los distintos planos humanos.

A nivel fisiológico suele resultar muy fácil entender los desequilibrios. Cuando nuestra boca está seca, la lengua pastosa, los labios comienzan a agrietarse…, llegamos rápidamente a la conclusión, casi sin ningún tipo de reflexión, de que tenemos sed. La sed es el «indicador» de que necesitamos restablecer nuestro equilibrio de los líquidos corporales, y bebemos hasta que nuestro indicador vuelve a informarnos de que ya tenemos suficiente, y sabemos que necesitamos parar de beber. Esta es la regulación, mediante la satisfacción en el aquí-y-ahora, de una carencia física.

Continuando con lo fisiológico, ahora podemos también entender que cuando necesitamos hacer pis, volvemos a notar un «indicador» que nos dice que tenemos que eliminar lo que nos sobra, que debemos sacarlo al entorno. Con este desequilibrio momentáneo, que nos hace sentir la «urgencia» de interactuar con el entorno, y con la posterior satisfacción mediante la acción, volvemos al equilibrio.

Estos ejemplos fisiológicos suelen resultar muy claros pero ¿nos resultan tan evidentes los desequilibrios en los otros niveles?

A nivel mental también sentimos esta necesidad de autorregulación. Es la curiosidad de leer un libro, o comprender una idea, o escuchar a alguien que nos interesa lo que dice. Y cuando momentáneamente estamos satisfechos…, nos sentimos cansados, aburridos, «empachados», «saturados» y ya no necesitamos temporalmentemás. Eso no quiere decir que el rechazo momentáneo es «para siempre», ni que somos inadecuados por sentir el indicador de nuestro límite momentáneo. Esta sería la dirección del entorno hacia el organismo. Pero también sentimos la necesidad de compartirlo que pensamos, lo que nos preocupa, lo que nos gusta, lo que se nos ocurre y un largo etc., con el entorno. Eso, de nuevo, es el «indicador» de un desequilibrio natural y sano, y buscamos qué persona o personas (afortunadamente no nos vale cualquiera, del mismo modo que no meamos en cualquier parte) pueden colaborar a que recuperemos el equilibrio. Esto no es un «afán de protagonismo», ni «egocentrismo», ni ninguna otra expresión que nos denigre. Simplemente es una necesidad temporal.

¿Y qué pasa ahora con lo emocional? ¿Decir «te quiero» o «estoy bien contigo» o «necesito tu abrazo» los experimentamoscomo una necesidad de autorregulación? ¿Y si el desequilibrio es «ahora no quiero que me abraces», «por el momento prefiero estarsolo/a», «hoy no tengo ganas de hablar»? ¿O «me siento solo/a necesito encontrar a alguien que me haga sentir bien»? ¿O «durante esta temporada me siento triste y no tengo ganas de nada»?

Generalmente, en los desequilibrios emocionales reaccionamosde una manera diferente. Nuestra sociedad y nuestra cultura occidental nos han hecho creer que son «errores» personales, o necesidades imposibles de satisfacer debido a nuestra naturaleza personal. Y además, en lugar de considerarlas como situaciones puntuales y temporales del aquí-y-ahora, las convertimos en carencias o en «errores» permanentes, haciéndonos sentir avergonzados tanto de nuestras necesidades de «sacar al entorno», como de necesitar del entorno.

Cuando mantenemos algunas de nuestras necesidades temporales sin satisfacer, momento tras momento, día tras día, incluso año tras año, vamos sintiendo el desequilibrio como algo permanente, como una insatisfacción crónica a la que necesitamos bajarla intensidad para poder seguir sobreviviendo aunque ya no viviendo (que es a lo que en Terapia Gestalt llamamos «neurosis»). Esta energía utilizada para mantener «bajada» la intensidad de la urgencia de algunas de nuestras necesidades, nos resta vitalidad e intensidad para el resto de nuestras experiencias, y nos hace concluir que ni somos adecuados para vivir la vida, ni que el entorno es atrayente y necesario. Esta insatisfacción crónica unida a la bajada de intensidad de la urgencia se convierte en una rigidez, en un automatismo del que ya no somos conscientes, y según sea la rigidez que mantengamos vamos a sacar conclusiones aparentemente «definitivas» de cómo somos y cómo es nuestro entorno, y así nos vamos a calificar de «deprimidos», «con mala suerte», «tímidos», «con necesidad permanente de cariño»…, o de «frío», «intransigente», «poco motivador», «peligroso», «difícil»…, el entorno que nos rodea.

Si supiéramos oírnos en nuestros desequilibrios, y encontráramosla manera de interactuar con nuestro entorno, contando con este, para equilibrar nuestras descompensaciones, siempre temporales, el resultado que obtendríamos sería la vivencia, la experiencia de recuperar el equilibrio, que la reconocemos con la sensación y el nombre de satisfacción (y esto contestaría a la segunda denuestras preguntas del principio). Por lo tanto nos sentiríamos satisfechos/as de y con nosotros mismos/as. Y esta experiencia desatisfacción temporal repetida a lo largo del tiempo nos aportaríala sensación de que merecemos la pena, eso que hemos decidido llamar autoestima (y que no se puede conseguir salvo como resultado de la satisfacción temporal de nuestra necesidad de equilibrio), y además la sensación positiva de que el mundo es un lugarpara nosotros/as, un sitio hecho a nuestra medida donde podemos encontrar todo lo que necesitamos en todos nuestros niveles de existencia.

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